A las mamás y los papás con el corazón roto

A las mamás y los papás con el corazón roto

Estas líneas son para ti. Aunque no nos conozcamos. No nos conocemos, pero nos une la misma suerte.

Sé muy bien cómo te sientes. Conozco tu dolor perfectamente. Tenemos las mismas cicatrices. Me da tanta pena que estés aquí. Sé que ésta es tu peor pesadilla. No era lo que habías planeado. Te entiendo…

Tal vez lo único que conociste fue el latido de su corazón. Tal vez pudiste acunar a tu bebé en tus brazos. Tal vez hasta lo pudiste acompañar durante algún tiempo. Tal vez te ha ocurrido ayer o hace veinte años. Sé que nunca podrás olvidarlo. Sé que darías tu vida por la de tu bebé sin dudarlo. Sé que sacrificarías cada pedazo de tu vida para evitar a tu bebé esta tragedia. A fin de cuentas, somos los protectores de nuestros hijos e hijas. Pero no pudimos protegerlo. No pudimos proteger a este bebé de lo impensable. Darías todo por poder tener un momentito más con tu bebé, por poder acariciar otra vez más su tierna mejilla. Congelarías ese momento para conservarlo por toda la eternidad. Sé lo mucho que lo echas de menos. Puedo percibir tu dolor. Un dolor que no puede entender nadie que no haya pasado por la experiencia de perder a un hijo. Sientes soledad e incomprensión. Aislamiento del mundo que sigue girando como si nada. Pero no estás sol@. Muchos otros padres han recorrido este camino. Tratan de sobrevivir, de encontrar el rumbo buscando un pequeño rayo de esperanza.

¡Y tu corazón roto! ¡Cómo me gustaría poder arreglarlo! Me gustaría tanto poder deshacer lo que ha ocurrido, volver a poner tu mundo en orden. ¡Qué bueno sería volver a poner a tu bebé en tus brazos! Me gustaría que pudieras verlo despertar, oír su risa, sentir sus cálidos besos. Sé lo mucho que lo deseas.

Pero no hay más que preguntas, preguntas sin respuestas y silencio. Este sentimiento abrumador de ausencia, día tras día. Habrá días en los que sientas que la tristeza te devora. Días en los que apenas logras salir de la cama y comer algo. Está BIEN. Trátate con indulgencia. Date espacio para respirar. En los días en los que la ira y el dolor amenazan con desgarrarte, sal al exterior. Grita tu pena. Maldice. Llora. Patalea. Es una desgracia. No es justo. Nadie se merece esta tragedia. Deja que tus sentimientos se expresen. Siéntelos. Haz el duelo. Deja que tus lágrimas corran sin contenerlas. Solo así podrás aliviar el dolor. Solo así podrás sanar, si es que algo así puede llegar a sanar. A fin de cuentas, nuestros bebés no eran un hueso roto. No eran una gripe, que desaparece en unos días. Eran parte de nuestro corazón y esa parte nos está faltando.

Pero sanarás. Tal vez no en el sentido en que el mundo o incluso tú mism@ esperas. No es algo que podrás superar o dejar atrás de ti, pero va a volverse más sencillo, va a doler menos. Un día, podrás respirar más fácilmente. Yo aprendí a dejar de ver a la tristeza como a mi enemigo. No quiero vencerla. Con el tiempo, los dolores se alivian, se hacen menos intensos. Con el tiempo, el amor va recuperando un lugar cada vez mayor. Nunca dejaremos de amar a nuestro bebé. El amor es algo maravilloso. No hay nada más hermoso, intrépido y fuerte que el amor de una madre y un padre por sus hijos. Es un compromiso que asumimos con nuestros hijos e hijas. Prometimos amarlos cada segundo de sus vidas y cada segundo de nuestras vidas, aunque nuestro corazón deba padecer. Por nuestro bebé, seremos capaces de soportar ese dolor para siempre. ¿En qué otro lugar puede encontrarse amor incondicionado si no es en el corazón de una madre o de un padre que lloran a un hijo? Ese amor es más fuerte que el dolor y es maravilloso también.

Obsérvate. Aquí estás. Sigues respirando. Estás de pie. ¡Qué valiente eres! Puedes sobrevivir a la pérdida de tu bebé, pero ya no serás la misma persona. Una experiencia como esta te cambia para siempre. No hay retorno. Solo es posible seguir avanzando. Junto a tu nostalgia, que te acompañará para siempre. Será siempre parte de tu vida. Igual que tu bebé. Puedes seguir viviendo tu vida en honor a tu bebé y eso da esperanzas. Puede ser difícil encontrar esperanza y amor en una pérdida como esta. Te deseo de todo corazón que puedas encontrarlos. Te deseo que algún día puedas percibir esta belleza, que veas qué grande que es este regalo. Es probable que nunca lleguemos a entender por qué nuestros bebés no pudieron quedarse. Pero nos han hecho capaces de percibir algo muy especial: que el amor no tiene límites.

Franziska (con su bebé Lennis en lo más profundo de su corazón)
https://stillsherises.blog/